Reseña
Norma L. Vázquez Alanís
Los negros y mulatos en el virreinato de Nueva España no sólo fueron esclavos, sino que también se ubicaron en sitios estratégicos para la economía colonial, así como en actividades marítimas y comerciales esenciales para el desarrollo de las nacientes ciudades, refirió la historiadora y doctora en Estudios Hispánicos y Latinoamericanos por la Universidad Sorbona de París, Francia, Citlalli Domínguez.
Durante su intervención con el tema ‘Poblaciones africanas y afrodescendientes en México’ dentro del ciclo de conferencias Tercera Raíz: afrodescendientes en México, convocado por el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim, la especialista precisó que hay dos periodos clave para entender a esta población: los siglos XVI y XVII.
Hoy en día resulta imposible explicar la Historia de México sin evocar la presencia africana que durante el periodo virreinal formó parte del componente demográfico forjador de la riqueza económica, social y cultural, junto a los indígenas y españoles, que actualmente dan rostro a la nación mexicana, señaló Citlali Domínguez.
Agregó que si bien la llegada masiva de población negra esclavizada tuvo lugar a partir de 1532, las investigaciones históricas han demostrado que la aparición de africanos en este territorio data de 1519 con la expedición que acompañaba a Hernán Cortés, que incluía sirvientes y negros esclavizados, entre ellos Juan Garrido, quien tuvo una participación destacada en la toma y caída de Tenochtitlan en 1521. Se sabe de él, gracias al Códice Mexcatitán o Códice Boturini. donde se le puede ver cerca de Cortés y Malinalli en el encuentro con el tlatoani Moctezuma.
Pocos años más tarde formó parte de la expedición de Antonio de Carvajal a Zacatula, sirvió en la conquista de Michoacán y luego nuevamente partió hacia el septentrión mexicano para recorrer junto a Cortés la Baja California, por ello ha sido considerado por los historiadores como un negro conquistador, situación que él mismo hizo valer a través de un acto de probanza mediante el que solicitó y declaró al rey haberle servido en la conquista y pacificación de Nueva España.
A pesar de que en su mayoría la población negra llegó a esta parte de América esclavizada, existieron también individuos que ganaron su libertad y otros que fueron de condición libre desde su nacimiento, y desde el siglo XVI hubo también negros y mulatos que nacieron libres, vinieron desde diferentes puntos del mundo colonial atlántico; algunos que emigraron al virreinato procedían de España y Portugal, muchos más llegaron desde otras partes como Cabo Verde o Angola, en África.
De esta manera, hubo diferentes experiencias, trayectorias y tipos tanto de africanos como de afrodescendientes en Nueva España, lo cual demuestra que fue un territorio global desde el siglo XVI, pues tenía múltiples conexiones al exterior con el mundo atlántico; en ese sentido, los puertos de Veracruz y Acapulco fueron como las grandes antenas que conectaron al virreinato con el orbe, por lo cual hay que pensar de una manera abierta y holística, sin encerrarse solamente en las fronteras del actual México, porque Nueva España llegó hasta el sur de Estados Unidos: las Californias, Texas, Nuevo México e incluso partes de Nueva Orleans también lo fueron y lo que hoy es Guatemala.
Relaciones interétnicas y mestizaje
Al hablar de esta población africana y afrodescendiente, esclavizada y libre, en Nueva España durante los siglos XVI y XVII, apuntó la doctora Domínguez, es indispensable reflexionar sobre sus relaciones interétnicas con los indígenas, el grupo mayoritario del virreinato, las cuales derivaron en un mestizaje que dio como resultado la irrupción de nuevos conglomerados raciales en el territorio, que contaba con una de las poblaciones de negros libres más grande del continente.
La dinámica de mestizaje en el siglo XVII entre indios y negros fue fundamental, pues reequilibró el paisaje social de varias regiones urbanas y rurales del virreinato. Aunque existe la idea de que sólo en las costas había presencia afrodescendiente, el grueso de esa población se ubicó en la ciudad de México, donde hubo unos 20 mil africanos y afrodescendientes, según datos del doctor en Historia Serge Gruzinski, pero también estuvieron en los reales de minas en la zona del bajío.
Explicó la ponente que había políticas de población del virreinato en contra de grandes asentamientos en los puertos por el peligro de los ataques de piratas a las costas, así que la población que habitaba en Acapulco y Veracruz era mayoritariamente afro, pero muy poca.
Este nexo interracial se debe comprender desde el punto de vista biológico, pero también cultural, pues en los documentos inquisitoriales relacionados con magia y hechicería se puede apreciar la existencia de intercambios culturales de ideas mágico-religiosas y sus prácticas entre indios y negros, señaló la historiadora.
Africanos esclavos y libres
A partir de 1595 tuvo lugar la entrada de los asientos portugueses, que se daban con licencias a mercaderes, los cuales podían proveer de mano de obra esclavizada a las colonias. Veracruz y Cartagena de Indias fueron los principales puertos de entrada legal de esos esclavizados, porque también se dio el contrabando que ingresaba por Campeche; a través de estos asientos ingresaron tres mil o cuatro mil 500 esclavizados directamente de África occidental.
Pero además en territorio de Nueva España hubo población afrodescendiente libre de orígen ibérico, los llamados negros ladinos, nacidos y criados en España y Portugal, que tenían una cultura ibérica, hablaban español y eran cristianos; arribaron también los denominados por la historiografía luso-africanos, descendientes de portugueses con africanas, mestizos que no eran una población marginal, sino que formaban parte de una pequeña elite económica dentro del virreinato.
Algunos afrodescendientes libres vinieron de otras partes del mundo colonial atlántico y se asentaron en Veracruz, donde negros y mulatos libres eran pescadores, estibadores, marineros y buzos, las mujeres se emplearon en el servicio doméstico, en las ventas y postas del camino real que bajaba a México, o en los mesones del puerto; hubo mujeres mulatas luso-africanas, nacidas en Cabo Verde y Angola, que pasaron a formar parte de la sociedad veracruzana.
Visibilizar las trayectorias de los negros y mulatos libres de España y Portugal pone en evidencia que esta presencia se ubicó en sitios estratégicos para la economía colonial y en actividades marítimas y comerciales esenciales para el desarrollo de una ciudad de creación colonial como fue Veracruz.
La doctora Citlali Domínguez dijo que la población afrodescendiente libre de Nueva España incursionó en otras actividades; en el camino real México–Veracruz, las dueñas de las ventas y mesones eran mulatas y negras libres novohispanas, que tuvieron poder y capital económico y social importante, mientras que los hombres se desempeñaron como arrieros que subían las abigarradas sierras novohispanas de Acapulco a México y de Veracruz a México permitiendo las transferencias y circulación de productos. Los africanos y sus descendientes no solo fueron significativos por ser mano de obra esclavizada, sino por todas las otras tareas que realizaron y les dieron participación y movilidad.
Los afrodescendientes también se integraron a la sociedad a través de las milicias, pues los hijos de negros fugados se incorporaron a las milicias que defendían al virreinato como la compañía de Lanceros de negros libres del pueblo de Yanga que repelió la invasión al puerto de Veracruz del pirata Lorencillo en 1683; esto les permitió movilidad social y derechos, concluyó la historiadora.