RESEÑA

Por hispanofobia, Antonio de Sesma fue borrado de la historia de México

Por hispanofobia, Antonio de Sesma fue borrado de la historia de México
Cultura
Diciembre 09, 2020 20:10 hrs.
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Norma L. Vázquez Alanís › Club Primera Plana

También tuvieron errores los ’hombres de hierro de las estatuas’: Héctor Trejo

(Segunda y última parte)

Antonio de Sesma y Alencastre fue un personaje que prestó servicios y aportó dinero a la causa de los insurgentes durante la guerra de Independencia en Nueva España, pero fue visto con recelo tanto por la gente como por los historiadores del siglo XIX, por las diversas razones que explicó el doctor Héctor Trejo Huerta durante su charla virtual ante miembros de la Academia Nacional de Historia y Geografía.

De Sesma eligió tomar parte en ese levantamiento en lugar de llevar una vida cómoda, según se desprende de los datos sobre este personaje que nació en 1754 en la casa principal del marquesado de Sierra Nevada, en Orizaba, donde vivían su abuela y su madre.

Ese inmueble ahora se conoce como cuartel militar ’Miguel Hidalgo’ y tiene enfrente la iglesia de San Antonio de Padua, construida por este personaje como lo dispusieron sus padres. Luego vendió la propiedad a las autoridades locales, para que instalaran un hospital militar donde fueron atendidos los contagiados de fiebre amarilla.

De Sesma se pronunció en 1809 contra la obligación de pagar tributo al emperador y la invasión francesa, antes de que hicieran lo propio Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, pero fue denunciado por fray Antonio Jiménez de las Cuevas, fundador de la Escuela de las Bellas Artes de Puebla, y procesado por la Inquisición dadas ’sus indebidas proposiciones’, explicó el conferencista.

Trejo Huerta, quien tiene un doctorado en Historia y Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, dijo que el personaje objeto de su estudio tenía una jubilación de las Cajas Reales y podría haber vivido tranquilo en Chalchicomula, Puebla, pero prefirió involucrarse en el movimiento de independencia.

Así, creó en esa población un cuartel militar donde alojaba a José María Morelos y Mariano Matamoros, además de que entre 1812 y 1821 aportó 274 mil pesos en armas, pertrechos y alimentos para los insurgentes. Además estuvo en el frente de batalla al cuidado de la seguridad de los constituyentes de 1814. Aunque, según el cronista Carlos María de Bustamante, Sesma y Alencastre pretendió posteriormente que le fuera restituido el dinero aportado a la causa, para pagar sus deudas.

Explicó el doctor Trejo Huerta que De Sesma y Alencastre fue nombrado por Morelos como intendente general del ejército insurgente, y como tal fue comisionado para administrar el puerto de Acapulco cuando fue tomado a los realistas. También fue diputado por Puebla al Congreso de Apatzingán e ideólogo del Decreto Constitucional para la América Septentrional del 24 de junio de 1814. Además libró enfrentamientos contra ejércitos realistas con dos de sus hijos, Ramón y Miguel Sesma y Sesma, quienes murieron en la lucha. También estableció una imprenta en Oaxaca.

Un dato curioso que reveló en su charla el historiador, fue que un parte de guerra de 1815 informaba que Sesma y Alencastre había fallecido, cuando en realidad murió en 1830 en Orizaba, según consta en sus datos biográficos; aún se desconoce por qué fue registrado su deceso en una fecha inexacta.

Eliminado de la historia oficial

Cuando cayó Morelos, los insurgentes emprendieron una guerra de guerrillas que de manera desarticulada siguió combatiendo a los realistas; Sesma y Alencastre quedó atrapado entre un mundo de fieles a la corona y los que querían la independencia, y sus lazos con la nobleza de Castilla le impidieron ser reconocido por México como héroe de la independencia, explico el investigador Trejo Huerta.

En el caso de Sesma hay una circunstancia, agregó el ponente: las diferencias que se dieron entre su hijo Ramón y Vicente Guerrero, además de sus vínculos con el conde de la Cadena, lo llevaron a reclamar lo que había invertido en la guerra de independencia y buscó que le fueran reconocidos sus servicios a la Nación; sin embargo el gobierno mexicano lo trató con enorme desconfianza entre 1822 y 1830, cuando murió a los 76 años, enfermo y con secuelas de los golpes sufridos en las batallas.

Antonio de Sesma y Alencastre ’fue presa de su propia historia’, ya que sobre él pesa un halo de olvido por varias razones, la primera de ellas causada por la historiografía del siglo XIX, ya que en ella imperó una ’hispanofobia’ sobre todos aquellos que, teniendo algún tipo de nexo con España, se hubieran aliado a la lucha independiente, puntualizó Trejo Huerta.

De acuerdo con su investigación, esto fue consecuencia de que don Antonio fue hijo de español, pariente de Manuel de Flon (realista e intendente de Puebla), hijo de Miguel de Sesma (intendente de Coahuila) y nieto de virrey Fernando de Alencastre Noroña y Silva, quien fuera descendiente directo de la marquesa de Sierra Nevada.

Adicionalmente, este personaje tuvo un fuerte lazo cultural con dos sociedades intelectuales españolas en las que permeaba el espíritu de la Ilustración, una de ellas la Tudelana (creada en 1773 en la ciudad de Tudela, Navarra, que buscaba el desarrollo de aquella región entonces perteneciente al reino de Castilla).

Otra razón, apuntó Trejo Huerta, fue porque De Sesma y Alencastre no murió durante la guerra, sino que la sobrevivió y eso provocó una mayor sospecha ante el gobierno e indujo a que fuera desconocido y olvidado por la historia durante 200 años, y aún se mantiene a la sombra de los "héroes que nos dieron patria".

Ante esta situación, el doctor Trejo Huerta insistió en que es indispensable investigar más sobre Antonio de Sesma y Alencastre, porque su investigación es sólo un primer acercamiento. El punto fundamental es la deuda historiográfica con el personaje, no por el dinero que aportó, sino por su actuación clave en Puebla y Chiapas durante la guerra de independencia.

’En el siglo XXI debemos dejar esos hombres de hierro de las estatuas a las que honramos, porque también hubo errores en ese periodo de la independencia de la Nueva España; la historia debe dejar de ser no sólo oficial, sino de gabinete, y es urgente que se hagan nuevas versiones bien documentadas en acervos reales, a fin de permitir una revaloración del proceso’, concluyó el conferenciante.

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