Textos en libertad
José Antonio Aspiros Villagómez
(Primera de dos partes)
El 12 de octubre de 1968, cuando todavía se celebraba en México el Día de la Raza en esa fecha, fueron inaugurados los XIX Juegos Olímpicos de verano de la era moderna en el renovado Estadio de Ciudad Universitaria, en la capital del país.
Diez días antes había ocurrido la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de la unidad habitacional Tlatelolco, por lo que el presidente Gustavo Díaz Ordaz recibió una rechifla de los 80 mil asistentes al acto inaugural de la olimpiada.
Del Día de la Raza nos ocuparemos en otros Textos en libertad, para centrar el recuerdo en la Olimpiada México 68, cuando este tecleador laboraba en la agencia Radionoticias El Heraldo, en un espacio contiguo a la redacción de deportes del diario El Heraldo de México, a cargo del periodista Raúl Sánchez Hidalgo.
Lo primero que viene a la memoria, es que a causa del Movimiento Estudiantil y su cruento desenlace, surgieron versiones de que sería cancelada la Olimpiada. Hace cuatro años lo comentamos con nuestra colega y amiga Rusia Mc Gregor (1937-2023) quien dijo: ’tengo grabada en mi mente la nota de 8 columnas en Excelsior: ‘Chicago listo para la sede de los Juegos Olímpicos en 24 horas’ (en reemplazo de México) y una fotografía en los diarios de un tranvía en llamas’.
Claro que lo recordamos también, pero felizmente y pese al duelo de los mexicanos porque desde entonces ’dos de octubre no se olvida’, aquella justa deportiva, la primera en América latina sólo seguida hasta la fecha por Río de Janeiro en 2016, llegó a feliz término el día 27, cuando fue apagada la antorcha olímpica y apareció en un tablero del estadio el anuncio de la siguiente sede: Munich 1972, fecha y lugar donde lamentablemente hubo un cruento ataque de palestinos a deportistas israelíes. Por una dramática coincidencia, en este momento se encuentran nuevamente en guerra ambos pueblos.
Conservamos un libro publicado en diciembre de 1968 por la Editora Alarcón con el título Lo mejor de la XIX Olimpiada a todo color visto por El Heraldo de México, con un formato atípico de 45 por 28.5 cm para dar cabida de manera nítida a imágenes de las portadas alusivas a la inauguración, la clausura y la medalla de oro ganada por ‘El Tibio’ Muñoz, y con todos los resultados de los diversos deportes participantes en sus páginas interiores.
En la introducción llaman a la obra ’un libro-documento’ que privilegia el contenido fotográfico, en una página frontal a la que muestra los retratos del presidente Díaz Ordaz; el regente Alfonso Corona del Rosal; el presidente del comité organizador, Pedro Ramírez Vázquez; el secretario de Comunicaciones, José Antonio Padilla Segura, y el de Obras Públicas, Gilberto Valenzuela, pero faltó el del entonces ya ex presidente Adolfo López Mateos, quien consiguió la sede y por razones de salud había renunciado a la presidencia del comité organizador.
También en esa introducción, se resume en un largo párrafo lo más destacado en el aspecto deportivo, ya que además hubo una Olimpiada Cultural que no se menciona, y de la cual quizás se conserven todavía en un tramo del anillo periférico de la capital del país conocido como ‘Ruta de la amistad’, las esculturas donadas por artistas de varias naciones.
Bien, vamos al párrafo aludido, donde omitimos algunas acotaciones, pero no las palabras repetidas:
’Estos últimos datos (el resumen de cada deporte), por sí solos, muestran las grandes sorpresas registradas durante las competencias, como fueron entre otras el rotundo triunfo de Estados Unidos en la natación (…); la sorprendente declinación de la URSS en atletismo, en particular en la rama femenil (…); la sorprendente actuación del equipo japonés de futbol, adjudicándose la medalla de bronce; la sublimación de la artista de la gimnasia Vera Caslavska; la recuperación del dominio absoluto en el volibol por los deportistas de la URSS, y los grandes éxitos de los deportistas mexicanos que consiguieron casi tantos triunfos como en casi todos los anteriores Juegos Olímpicos juntos.’
En el libro vemos una página dedicada a los ’ganadores de medallas y puntos para México’, desde Humberto Mariles en saltos ecuestres en Londres, 1948, hasta quienes lograron galardones 20 años después: oro para Ricardo Delgado y Antonio Roldán en boxeo y para Felipe Muñoz en 200 metros nado de pecho; plata para Álvaro Gaxiola en clavados de plataforma, José Pedraza en marcha 20 km y Pilar Roldán en florete individual; bronce para Agustín Zaragoza y Joaquín Rocha en boxeo, y Maritere Ramírez en 800 metros nado libre, y se citan también los diez ocupantes, individuales o por equipos, de cuartos, quintos y sextos lugares.
Imágenes como las de la atleta Enriqueta Basilio al encender la antorcha olímpica, ‘El Tibio’ Muñoz llorando en el podio, la actriz María Félix ’confundida con el público’, o los estadunidenses Tommie Smith y John Carlos en el podio, con el puño enguantado en alto, en apoyo del movimiento antirracista ’poder negro’, fueron tomadas por 23 fotógrafos de El Heraldo de México, entre ellos Carlos Villagrán, quien luego fue un popular actor de televisión creador del personaje Quico en la serie ‘El chavo del ocho’.
Tres nombres más, citados en el libro, nos traen tristes recuerdos: los fotógrafos Eduardo Quiroz González e Ismael Casasola Tezcucano, y el jefe de redacción Rafael Moya Rodríguez –quien coordinó la edición junto con Rogelio Guzmán Rodríguez—porque perdieron la vida en el accidente aéreo del 25 de enero de 1970 en Poza Rica, cuando cubrían la campaña electoral de Luis Echeverría Álvarez. Una víctima más de ese periódico fue el reportero José Falconi Castellanos y el único sobreviviente fue el compañero de ellos, Jesús Kramsky.
Una de las primeras planas del periódico, que reproduce en las contraportadas el volumen de 64 páginas que comentamos, incluye una nota según la cual, El Heraldo de México protestó ’de la manera más enérgica’ y canceló el servicio de la agencia inglesa de noticias Reuters, por difundir que la Olimpiada había sido inaugurada ’mientras las tropas con fusiles y metralletas montaban guardia frente al estadio principal de las olimpiadas más cargadas de tensión desde los Juegos de 1936 de Alemania nazi’. Recordamos que El Sol de México, por la misma razón también suspendió su contrato con Reuters.
Ahora, 55 años después, México pretende repetir la experiencia. A finales de marzo pasado, el entonces canciller Marcelo Ebrard postuló la candidatura del país para los Juegos Olímpicos de 2036 o 2040, ante el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach. Competirá por la sede con candidatos como Egipto, Inglaterra, India, Indonesia, Qatar y otros, y la decisión será conocida durante la Olimpiada del año próximo en París, cuando aquí ya se sepa quién nos gobernará en el sexenio 2024-2030.
Textos en libertad
La altitud de la Ciudad de México, temores descartados
José Antonio Aspiros Villagómez
(Segunda de dos partes)
Este tecleador era redactor, aún no reportero, en la agencia informativa Radionoticias El Heraldo, cuando en 1968 tuvieron lugar en México los XIX Juegos Olímpicos de la era moderna. Pero en los años previos sí reporteó para otros medios las semanas deportivas internacionales, organizadas entre 1965 y 1967 para despejar dudas surgidas en el extranjero con respecto a afectaciones por la altura de la Ciudad de México.
Porque, además de que en 1968 se acusaba al Movimiento Estudiantil de querer boicotear la Olimpiada, y se rumoró que ésta sería cancelada después de que fueron asesinados muchos civiles el 2 de octubre en Tlatelolco, desde años antes había en el extranjero titubeos y discusiones a causa de la altitud de la sede principal.
Esto fue algo de lo que el tecleador escribió al respecto en octubre de 1966, con pequeños ajustes para actualizarlo:
’A raíz de la designación de la Ciudad de México como sede de los juegos de la XIX Olimpiada, diversos periódicos y revistas de Europa y Estados Unidos publicaron informaciones y comentarios especulando acerca de los efectos que la altura de la capital mexicana ejercería sobre los competidores en 1968.
’Los ataques se sucedieron con tanta intensidad y tuvieron tal impacto publicitario, que diversos países solicitaron a México facilidades para que sus deportistas entrenaran en su capital y se realizaran estudios médicos sobre las consecuencias.
’Para dar satisfacción a esas peticiones, conservar en su alto nivel el prestigio internacional del país y para eliminar el mito de la ’mortal’ altura de la Ciudad de México, el Comité Organizador de la XIX Olimpiada celebró en 1965 la primera Semana Deportiva Internacional y dos más en los años subsecuentes.
’En ellas, los éxitos fueron mayores a los previstos y, conforme a las opiniones de los médicos especialistas, fue posible comprobar lo siguiente:
’1.- Es ridículo pensar que exista peligro de muerte, inclusive para los deportistas acostumbrados al nivel del mar;
’2.- En toda la historia del deporte mexicano no se ha conocido un solo caso de accidentes cardiovasculares ni entre atletas nacionales, ni entre extranjeros; y
’3.- La aclimatación se debe más a un aspecto psicológico que físico.
’Sobre esto último, el eminente cardiólogo Ignacio Chávez opinó que el periodo de aclimatación fluctuaba entre seis y ocho días. Por su parte, el Comité Organizador, en un boletín expedido al respecto, reprodujo la siguiente consideración:
’Los médicos mexicanos tenemos la impresión de que grandes sorpresas, muy gratas por cierto, nos esperan en los campos deportivos durante las próximas competencias internacionales que se realicen en esta Ciudad de México. Hemos visto el entusiasmo y la gran preparación técnica y científica de los entrenadores y médicos que nos han visitado. Ahora está demostrado que la altura de la Ciudad de México no es problema para la salud del deportista, sólo será una barrera para los récords como lo fueron los cuatro minutos en la milla.’
’Y continuaba: ’La capacidad del ser humano para vencer obstáculos todavía no ha llegado a su límite. Es necesario que los atletas estén conscientes de ello, para evitar lo que en algunos casos hemos observado: que el deportista se presenta derrotado de antemano por la ‘psicosis de altura’. Queremos contribuir al máximo de nuestras posibilidades para una estancia tranquila y alegre durante su visita en la próxima Semana Deportiva Internacional o durante el desarrollo de los Juegos Olímpicos en 1968’.
’En realidad, todo se reduce a que la Ciudad de México está a 2,240 metros sobre el nivel del mar, pero los capitalinos no son los únicos que viven a esa altura: más de 60 millones de personas en todo el mundo habitan en lugares a más de 2,000 metros de altitud y llevan una vida activa sin sentir la menor molestia.
’Otro argumento de la defensa es que en México hay una gran cantidad de jugadores extranjeros -principalmente futbolistas brasileños- que militan en equipos nacionales y nunca se han quejado por la altitud.
’Recientemente, el pugilista japonés Mitsunori Seki, a los ocho días de haber llegado a México declaró que se sentía perfectamente aclimatado sin alterar sus costumbres alimenticias y de preparación física, y que si perdía la pelea ante Vicente Saldívar sería por superioridad de éste y no por razones de aclimatación.
’Los mismos deportistas extranjeros que actualmente se encuentran en México, han declarado: ’los mexicanos están más obsesionados que nosotros por las consecuencias de la altura’.
’En esas circunstancias, preguntamos: ¿cuál es el problema?’
Hasta aquí la transcripción casi textual del viejo artículo, y después reconocimos cuánta razón tenían los médicos mexicanos: fueron rotas 63 marcas, la mayoría en atletismo y natación.
En ello destacaron algunos estadunidenses: Bob Beamon alcanzó los 8.90 m. en salto de longitud (50 cm. más que lo logrado hasta entonces); Dick Fosbury llegó en salto de altura a los 2.24 m. (mejoró en 6 cm. la marca); Jim Hines hizo 9.95 s. en carrera de 100 metros sobre pista de tartán; Wyomia Tyus en la misma prueba, pero femenil, ganó el oro con sus 11.08 s., y Debbie Meyer estableció tres veces un récord olímpico, en las pruebas de nado libre de 200, 400 y 800 m., con tiempos de 2:10.5, 4:31.8 y 9:24.0 respectivamente.
México solicitó nuevamente la sede olímpica, ahora para 2036 o 2040. Si gana alguna, que lo disfruten quienes vivan para entonces, como otros lo hicimos en 1968.