Los niños de Leningrado


Recorrido en Leningrado

Los niños de Leningrado
Cultura
Mayo 01, 2020 13:33 hrs.
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José Antonio Aspiros Villagómez › Club Primera Plana

En coincidencia con el Día del Niño, al revisar sus archivos mientras termina el confinamiento, el tecleador encontró este 30 de abril un texto de octubre de 1981, uno de los muchos que resultaron de su visita a la entonces llamada Unión Soviética (URSS), hecha por un convenio de intercambio entre las agencias de noticias Notimex de México y Nóvosti (APN) de aquella nación. Helo aquí, como la postal de un momento dado en la historia rusa:

Leningrado, octubre 29/81 (Notimex).- Las puertas se fueron abriendo una tras otra. Pasábamos de un taller de electrónica a uno de costura, de una sala de piano a una de ajedrez, de un laboratorio biológico con bellas especies vivas, a un ensayo de ballet.

Íbamos con la curiosidad despierta, pero también la provocamos entre los muchos niños que esa tarde ocupaban su tiempo libre en actividades cercanas a su vocación o habilidades en la Casa de los Pioneros de su distrito, en la ciudad de Leningrado.

Algunas pequeñas nos obsequiaron guantes de cocina hechos por ellas; otras, tarjetas postales; aquellas nos gratificaron con notas de violín o de piano, o rutinas de danza. La directora -orgullosa- nos mostraba los juguetes elaborados por los muchachos mayores.

Desde hace 60 años existen en la URSS Casas de Pioneros en todas las ciudades, sostenidas fundamentalmente por el Ministerio de Enseñanza pero también por tutores que pueden ser fábricas o industrias, que pagan los materiales y las reparaciones.

A estos lugares asisten -no es obligatorio- estudiantes de 5 a 18 años y, aunque el propósito no es convertirlos en profesionales, de sus aulas han salido grandes figuras del teatro, la música y otras bellas artes soviéticas.

Durante el sitio de Leningrado en la Segunda Guerra Mundial, la colaboración de los pioneros fue fundamental, pues ayudaron en todas las necesidades manuales que se requerían para soportar el aislamiento.

La profesora Olga Molodozhnikova, directora de la Casa de Pioneros y ’amante de los niños’ con 28 años en esa actividad, nos explicó que hay 32 actividades diferentes atendidas por personal especializado, que gana más mientras mayor es su grupo.

La Casa a su cargo es la más pequeña de Leningrado porque en su distrito sólo existen 13 escuelas y 30 mil estudiantes, pero hay distritos con 40 escuelas donde las sedes de Pioneros son tres veces más grandes; algunos distritos tienen dos Casas y, además, en cada ciudad está la sede central que es el Palacio de los Pioneros.

Dinámica, de paso veloz y un flujo ininterrumpido de ideas, la directora se deleita con su explicación:

’Aquí los niños vienen por su voluntad y, si no les gusta, se van. Nadie los obliga a quedarse ni les ofrece que serán artistas profesionales; sólo queremos que ocupen su tiempo libre para que se alejen de los deseos de fumar, beber o robar…’.

El propósito, agrega, es que ’crezcan y se conviertan en gente desarrollada para que tengan oportunidad de apreciar lo que les ha dado el país, no sólo con el cerebro, sino también con el corazón… que sean gente pacífica y que sus corazones sean bondadosos, entendida la bondad como el respeto a los viejos, el cuidado de los menores y el afecto a todos los niños del mundo’.

(Leningrado volvió a llamarse San Petersburgo tras el cambio de régimen en Rusia).

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