Hipertensión arterial


La hipertensión arterial está considerada ya como un problema de salud muy serio.

Hipertensión arterial
Salud
Octubre 24, 2018 14:01 hrs.
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Diego Alcalá Ponce › Club Primera Plana

La hipertensión arterial está considerada ya como un problema de salud muy serio que se está presentando, mayormente, en la población de mediana edad y adulta, no solo en México, sino en casi todo el mundo. El problema es realmente alarmante y preocupante, porque cada vez son más las personas que están resintiendo este mal conocido también como ’la enfermedad del desarrollo’, porque aparece precisamente en la edad productiva del ser humano. Pero, lamentablemente, a pesar del constante aumento de casos relacionados con este problema de salud, la población muy poco, o casi nada, parece darse cuenta de ello. Ojalá pronto tengamos mejores noticias respecto al entendimiento, atención y cuidados que se le debe prestar a este terrible y galopante padecimiento. Recuerde, amable lector, que siempre será mejor, prevenir, que lamentar.
Desafortunada y lamentablemente, la mayor parte de las personas, sobre todo los jóvenes, que padecen hipertensión arterial no lo saben, porque durante mucho tiempo no presenta síntoma alguno. Sin embargo, algunas alteraciones pueden ser indicio de que el mal ya está presente y hay que actuar de inmediato. Esos síntomas pueden ser mareo, confusión, náusea, dolor de cabeza intenso, vómito, visión borrosa o de luces extrañas, tobillos hinchados, zumbido de oídos, hemorragia nasal, sudor excesivo, y en casos extremos, respiración entrecortada y adormecimiento de la mitad del cuerpo. En consecuencia, los padecimientos graves pueden terminar en hemorragia o trombosis cerebral, uno de los principales factores de riesgo de cardiopatías e insuficiencia renal.
La hipertensión es una enfermedad en la que aumenta la presión con la que el corazón bombea sangre a las arterias para que circule por todo el cuerpo. De hecho, es una enfermedad crónica que no tiene cura, pero que sí es posible controlarla si es detectada y atendida a tiempo, y con ello, evitar males y complicaciones mayores a futuro. Si se deja que el mal evolucione, puede ser que la primera mala noticia que se tenga al respecto, sea devastadora, como un infarto al miocardio, por ejemplo, o una trombosis cerebral. Desde luego que ninguna curación dependerá, tal como ya lo hemos señalado, amable lector, de un milagro, de oraciones, de medicamentos piratas o remedios ’curalotodo’ ofrecidos por curanderos, chamanes o charlatanes mercenarios de la salud que gustan lucrar con la ignorancia de los más necesitados. Algunas formas de prevención recomendables son: alimentación saludable y balanceada, incluyendo frutas y verduras diariamente, evitar el consumo de refrescos y dulces y sal en exceso, así como no fumar. Tenga siempre presente, amable lector, que todo depende de uno mismo, de los cuidados y de las visitas oportunas al médico, antes de que sea demasiado tarde. No se le olvide que siempre es, y será mejor, prevenir, que lamentar.
Ahora, si el mal ya fue detectado en algún miembro de la familia, tómelo con calma y acepte, con entereza e inteligencia, esa alteración que viene a cambiar un poco la tranquilidad del hogar; pero no caiga en el desánimo ni busque soluciones fáciles e inmediatas, porque puede ser contraproducente. No acepte nunca consejos ni sugerencias de familiares y amigos que creen solucionarlo todo recomendando toda clase de ’medicamentos y menjurjes extraños’. ¡Mucho cuidado! Los males cardiovasculares son afecciones serias que solo deben ser tratados por los médicos y no por charlatanes. Recuerde que un tratamiento a tiempo, y los cuidados necesarios, pueden contribuir, en mucho, para seguir viviendo con tranquilidad y mayor entusiasmo. Desde luego que ya no se deberá consumir todos aquellos alimentos o antojitos callejeros, o productos ’chatarra’ que quizá contribuyeron a la alteración del estado de salud de su familiar. No hay nada perdido, sólo un cambio en la forma de alimentarse de ahora en adelante y, sobre todo, tener mayores cuidados en todo, tal como debió, y debe seguir siendo.
No sea como aquellos que dicen: ’total, de algo vamos a morir’, No, amable lector, no sea pesimista ni se resigne a lo que ’Dios diga’. Tenga siempre presente que la preservación de la salud es el primer objetivo de nuestra propia vida, y si no lo valoramos y todo lo dejamos en’ las manos de Dios’, o lo que él diga, pues tampoco, porque corresponde a cada quién velar por su propio bienestar. Tenga siempre presente que en nuestras manos está gran parte de la solución de los problemas a lo largo de nuestra existencia, sobre todo a los que las enfermedades se refieren. Así, por ejemplo, tal como ya lo hemos señalado, independientemente de los males congénitos, los transmisibles o hereditarios, los contagios, las deformaciones óseas, y desde luego los accidentes, las cardiovasculares, originadas, en muchas de las veces, por malos hábitos alimentarios, sobrepeso, obesidad, diabetes, falta de actividad física, estrés, etc., en muchos de los casos pueden evitarse si así nos lo proponemos.
Amable lector: no esperemos a que una enfermedad de alto riesgo, que sí pudo evitarse, venga a alterar el ritmo de nuestra vida cotidiana, o, mejor dicho, la tranquilidad en la familia. No debemos seguir siendo más rehenes o esclavos de nuestras malas costumbres y malos hábitos en lo que a alimentos se refiere. Debemos procurar evitar, sobre todo los niños y jóvenes, el consumo habitual de los llamados ’alimentos chatarra’ y todos aquellos elaborados y empaquetados a base de azúcares y sales, conservadores y sabores o colorantes artificiales que pueden alterar la salud por los excesos en el consumo.
Desafortunadamente, en nombre de la ’modernidad’, hoy se fabrican y expenden, casi sin control sanitario, miles de productos comestibles artificiales disfrazados de ’alimentos sanos’ y, que sin control también, son consumidos a diario y a todas por horas por los niños y jóvenes. Y eso, amable lector, no es modernidad ni comodidad para facilitar las actividades cotidianas de nuestras vidas, sino, sin exagerar, el camino más corto y fácil para llegar, por un tiempo, a la escuela o al trabajo, pero, más adelante, al doctor o al hospital por algún malestar provocado por alguna de las ’enfermedades del desarrollo’. Piense en sus hijos, en su familia, en usted mismo y en todos. No hay nada mejor que una familia sana y feliz. Continuará… diegalcalaponce@hotmail.com

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