Textos en libertad
José Antonio Aspiros Villagómez
Una estatua del tlatoani mexica Moctezuma y otra del jefe inca Atahualpa, forman parte del decorado que ostenta en su fachada principal el Palacio Real de Madrid. Ambos personajes, que durante la conquista de América en el siglo XVI fueron sometidos por los españoles, destacan solitarios y con elegantes pero fantasiosos atuendos, junto a columnas y balcones de los pisos altos frente a la plaza de la Armería y la moderna catedral de la Almudena.
En la monografía de Ediciones El Viso que ofrece la tienda oficial, sólo dice que Giambattista Sacchetti, uno de los arquitectos a cargo de convertir el antiguo alcázar en el nuevo palacio a mediados del siglo XVII, ’incluyó en su proyecto una gran profusión de estatuas (…) de todos los reyes españoles desde los tiempos de los visigodos’; ’una ecléctica serie de monarcas (…) entre los que se incluían las figuras de varios emperadores indígenas anteriores a la conquista de América’.
Pero esa decoración barroca no le gustó a Carlos III (rey de España en 1759-1788) y ordenó retirar la mayoría de las estatuas que ’habían sido esculpidas –dice la monografía-- bajo el reinado de su medio hermano y antecesor Fernando VI’, las cuales regresaron a su sitio más de dos siglos después, en 1973, entre ellas las de Atahualpa y Moctezuma, que pueden verse antes de entrar a este palacio cuyo último habitante fue el rey Alfonso XIII entre 1886 y 1931.
Debemos recordar, como menciona con mucho detalle la obra México a través de los siglos, que Moctezuma fue el tlacatecuhtli o gobernante mexica que dio la bienvenida a Hernán Cortés, y que éste lo hizo prisionero y luego lo mandó matar, por lo que llama la atención que después los reyes españoles hayan puesto su estatua en el Palacio Real.
Por otras fuentes no necesariamente primarias porque no las encontramos, sabemos que esa escultura y la de Atahualpa están hechas de una sola pieza con piedra blanca de Colmenar, son ’de la mejor calidad artística’ y el escultor de Moctezuma fue Juan Pascual de Mena (jmmcorral.wixsite.com).
La idea de que esos monarcas indígenas estuvieran ahí, habría sido de fray Martín Sarmiento, un ’erudito benedictino de la época de la Ilustración, quien influyó’ para que, por medio de ellos, ’los pueblos precolombinos también tuvieran su sitio en la morada de los monarcas españoles y en la propia Historia de España’, según se asegura en lasuerteestaechada.home.blog.
El Palacio Real de Madrid ya no está habitado. Está abierto al público para que conozca las colecciones regias, pero también cumple con las funciones que le son propias, como la presentación de cartas credenciales de embajadores, las cenas y almuerzos de Estado en su inmenso comedor para 144 personas, audiencias civiles y militares, y ahí fue donde el rey Juan Carlos I firmó su abdicación el 18 de junio de 2014 y al día siguiente saludó a los madrileños su sucesor, Felipe VI.
Tuvimos la oportunidad de entrar al Salón del Trono, donde está el solio con dos sillones rojos flanqueados por estatuas, y cuatro leones en los escalones. Hay consolas doradas y enormes espejos enmarcados, candelabros, tapices y arañas de cristal de roca.
Pudimos recorrerlo todo: los diversos salones, cámaras y antecámaras, la capilla y la armería reales. Esta última se ubica afuera, en una esquina de la plaza donde en fechas especiales se hacen desfiles. La capilla del palacio es de estilo barroco, con columnas de mármol negro y mucho lujo. En una sala recién abierta al público están la corona y el cetro que todos los reyes han utilizado desde los siglos XVII y XVIII en las grandes solemnidades.
La Real Armería nos interesó particularmente. Existe desde tiempos de Carlos V, aunque el edificio que ocupa actualmente es de finales del siglo XIX, y al visitarlo uno se transporta de inmediato a la Edad Media pues, como bien describe la monografía, nos topamos con ’varios caballeros vestidos de metal de los pies a la cabeza’, que ’se yerguen sobre sus monturas acorazadas’.
Se exhiben las armas y armaduras que eran usadas en torneos, desfiles, cacería y batallas; trofeos y tapices con escenas bélicas. Las piezas más remotas son del siglo XIII. También están representados niños y perros con sus respectivas armaduras.
Carlos V fue muy aficionado a las armas y las armaduras, que mandaba hacer al taller de los Negroli, en Milán, Italia, donde se especializaban en artículos de gran calidad y belleza.
Este Museo de las Colecciones Reales fue abierto al público en 2016 y forma parte del patrimonio nacional español, que además de bienes muebles e inmuebles, comprende también jardines históricos, bosques y otros sitios naturales.