ABANICO
Ivette Estrada
Los cambios sociales y culturales explican la mayor incidencia de enfermedades mentales a nivel mundial, dice Jorge Alberto Piña Quevedo, psicoterapeuta.
’La vida moderna crea estilos de vida más solitarios, particularmente en las ciudades. Actualmente, hay un enfoque especial en el "YO" y el éxito personal debilita el apoyo comunitario y familiar. Además, se pasa menos tiempo en entornos naturales, lo que se relaciona con el aumento de la ansiedad y la tristeza’, dice el también autor de tres libros.
Jornadas de trabajo largas, precariedad económica y desequilibro emocional; además de constante exposición a noticias negativas y uso desmedido de las redes sociales generan fatiga mental y sentimientos de impotencia.
Depresión y ansiedad son multifactoriales y en ellas incide la falta de sueño por el uso excesivo de pantallas, particularmente en la noche, lo que interfiere en la calidad del sueño, un factor importantísimo en la salud mental.
Pero una causa no reconocida en el incremento de las enfermedades mentales como depresión y ansiedad tiene una raíz económica, una acuciante inseguridad aunada a desempleo. Es la sombra permanente de la que nadie parece hablar o relacionar directamente con los ascendentes índices de depresión y ansiedad.
En México, en 2020, la ansiedad se presentaba leve o moderada en 30% de la población, pero en 2025 la cifra ascendió de 30 a 35% y ya se contabiliza como severa mientras la depresión en 2020 era de 25% y ahora es de 32.5, de acuerdo a cifras oficiales.
Para Piña, la falta de acceso a servicios de salud mental también es un detonante importante ’al igual que el miedo al futuro, y es que los desastres naturales y el cambio climático generan angustia colectiva’, refiere el también experto en fibromialgia o dolor musculoesquelético generalizado.
Independientemente de que ahora más personas buscan ayuda y se atreven a hablar de su malestar, con lo que las cifras de registros aumentan, los casos de depresión y ansiedad son la respuesta colectiva a ’un mundo hiperconectado que a la vez está emocionalmente fragmentado’, dice Piña Quevedo.
Vivimos entonces una paradoja: al mismo tiempo que sobrecargamos nuestro sistema nervioso, nos desconectamos de los demás y de nuestro entorno natural.
Esto se evidenció durante la pandemia del COVID-19, cuando se cortaron los vínculos humanos básicos. ’El distanciamiento físico y la cuarentena afectaron profundamente a personas que ya lidiaban con ansiedad, depresión y sociedad. Para muchos, el hogar se volvió una jaula, particularmente en contextos de violencia doméstica y/o hacinamiento’.
Así, ’el suicidio en la gente joven es un grito ante un mundo sin sentido’ mientras en las personas mayores lo que se pierde es el sentido de la vida que ya se tenía. El retiro laboral, muerte de seres queridos, soledad y enfermedad física hacen que una persona mayor sienta que ya no tiene propósito…
Jorge Alberto Piña Quevedo ofrece estas soluciones:
Botiquín contra la ansiedad.
- Inhalar profundamente por la nariz en cuatro tiempos; sostén el aire seis tiempos y exhala de manera suave por la boca en cuatro tiempos otra vez. Conviene hacerlo al menos un par de minutos.
-Caminar lentamente y observa cada paso. Si lo prefieres estírate como acabando de despertar.
- Anclaje sensorial o mirar cinco objetos que tengas a la vista, tocar cuatro cosas que puedas, escucha tres sonidos en el entorno, percibir nítidamente dos olores, comer una cosa que puedas saborear
Consejos generales para prevenir las enfermedades mentales.
- Dormir bien, sin pantallas al menos media hora antes. Entre siete y nueve horas.
- Construir y conservar vínculos seguros.
- Atender las emociones y no suprimirlas
- Ejercitarse de manera regular.
- Dedicar tiempo a lo que nos gusta.
- Procurar tener una vida organizada. No rígida pero sí con estructura.
- Moderar el uso de las redes sociales y la tecnología.
- Buscar la forma de expresar tu mundo interno a través de alguna expresión creativa.