EL PERIODISTA, UN DIQUE PARA DETENER EXCESOS Y RECHAZAR EXTREMOS DE UN PODER IMPUNE EN CADA CORRUPTELA: JOSÉ GARCÍA SÁNCHEZ


Conmemoración del 188 aniversario luctuoso de Francisco Zarco

EL PERIODISTA, UN DIQUE PARA DETENER EXCESOS Y RECHAZAR EXTREMOS 
DE UN PODER IMPUNE EN CADA CORRUPTELA: JOSÉ GARCÍA SÁNCHEZ
Periodismo
Diciembre 04, 2017 22:57 hrs.
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José García Sánchez › Club Primera Plana

La progresiva descomposición de la autoridad en nuestro país exige límites, el periodista es un dique que puede detener esos excesos y rechazar los extremos de un poder que se autodenomina impune en cada corruptela, señaló José García Sánchez durante la conmemoración del 188 aniversario luctuoso de Francisco Zarco.
En su mensaje expuso que es un honor recordar la vida y la obra de un hombre que cambió la tranquilidad de ser un simple editor, por la vocación de la verdad, que es el epicentro de nuestro oficio.
En cambio fue crítico, y en su postura se convierte en un defensor de la libertad de expresión, que lo lleva a la cárcel por decir lo que pensaba.
Si Francisco Zarco viviera, sería calificado, de activista. Sustantivo, convertido en adjetivo, para beneficio del poder. Ser activista justifica todo tipo de represión en un país donde la tortura todavía es una forma cotidiana de inventar culpas y esconder verdades.
Si un periodista muestra su simpatía por alguna causa, de inmediato se le denomina activista. Con este pretexto fueron asesinados, en este sexenio, más de un compañero. Ser activista acusa una razón más para exigir voz y ser escuchado y este compromiso en un comunicador implica un riesgo, sabemos que la esencia de nuestra palabra es la libertad de expresión.
Zarco debió callar para conservar la libertad y a veces para preservar la vida. La muerte acechaba y acecha, no nos hieren las balas perdidas, nos matan los tiros certeros del poder en cualquiera de sus expresiones.
En México los periodistas somos corresponsales de guerra. Una guerra que implica nuestro exterminio.
La impunidad en las investigaciones policiacas sobre los asesinatos de los compañeros así lo define.
Ahí están los amigos y compañeros que han sido silenciados, por la razón de la fuerza. Hay también quienes se callan por ratos voluntariamente, los que callan siempre contra su voluntad y los que son callados por causas ajenas, no siempre desconocidas.
Los comunicadores no podemos crear o reformar leyes, pero sí exigir que se respeten. Porque los primeros en violar la legalidad son quienes velan su vigencia.
Pareciera que las leyes tienen la culpa de la injustica y surgen las reformas para crear hoyos negros que conducen a la impunidad de los poderosos y condenan a los débiles al miedo y a la miseria. Cadena perpetua en el silencio es sólo la primera advertencia, porque al morir un periodista no sólo se termina con una vida incómoda para los propietarios del país sino que se advierte para que demostrar que decir la verdad aquí, es un delito que se castiga con la muerte.
La pasividad empieza a romper el silencio de los mudos. Nosotros tenemos la voz y la usamos para ponderar lo intrascendente en no pocas ocasiones.
Tenemos que recordar que somos los interlocutores de la sociedad ante el poder y no los voceros de éste.
A los periodistas, guardianes de la verdad por naturaleza, nunca nos han dividido nuestros centros de trabajo, ni nuestras ideas diferentes, ni las diferencias en la interpretación de la realidad. Nos han dividido los silencios.
Callar voluntariamente no es un acto pasivo. Es el insumo del rumor y la especulación. Hay silencios que la discreción exige no comentar. También existen discreciones innecesarias y cargadas de intereses.
Callar no es un acto de indiferencia, sino una indiferencia ante los actos.
Somos puente y misil de la denuncia comprobada y la difusión de las noticias que pueden causar un infarto o la más grande alegría. Somos corresponsables de la buena salud de la conciencia de los ciudadanos.
Nuestra responsabilidad no es cambiar el mundo, es darlo a conocer como es, para que la sociedad lo transforme. Si presentamos un mundo que no existe el rumbo de la historia se extravía y la evolución se convierte en un retroceso que hace del tiempo un reloj sin manecillas.
El mejor homenaje que podemos hacer a Francisco Zarco es dejar que la locura defina la normalidad y hagamos de la verdad el tamiz de lo correcto.
Francisco Zarco sale de la cárcel, es libre pero su periódico, El Demócrata, calla para siempre. Ahí Francisco empezó a morir poco a poco.
Si queremos hacerle un regalo al compañero Zarco, en este día, veámonos como hermanos amigos, estoy seguro que nuestra suerte en lo personal, cambiará y la del país también.

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