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El Asesinato de Manuel Buendía, Sin Aclarar

El Asesinato de Manuel Buendía, Sin Aclarar
Periodismo
Julio 25, 2021 22:52 hrs.
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Jorge Herrera Valenzuela › Club Primera Plana

A 37 años y dos meses de aquel miércoles 30 de mayo de 1984, cuando fue asesinado a tiros, por la espalda, el columnista más leído e influyente en la segunda mitad del Siglo XX, Manuel Buendía Tellezgirón, sigue latente la pregunta ’¿Quién lo Mató?’ y está viva la interrogante sobre quién fue el autor intelectual.
El tema está, nuevamente, en las pláticas familiares, en los comentarios periodísticos, en las tertulias políticas. El documental producido y filmado, bajo la dirección del colega Manuel Alcalá, que se exhibe en la televisión, vía Nexflit, inquietó el cotarro, despertó conjeturas, especialmente porque el abogado chiapaneco Javier Coello Trejo expresó con mucho énfasis ’¿Quién mató a Manuel Buendía?’.
Coello Trejo aseguró que, como subprocurador en la desaparecida Procuraduría General de la República, interrogó a Jose Antonio Zorrilla Martínez, no le encontró culpa alguna y él, José Antonio, si sabe quién cometió el crimen. El exdirector general de la Dirección Federal de Seguridad, fue acusado, procesado y sentenciado a 35 años de prisión, considerado autor intelectual del crimen. Cumple, desde 2013, con arresto domiciliario hasta 2023 y sostiene ser inocente.
A Coello Trejo lo visité en su oficina de Procurador Federal del Consumidor, su jefe de prensa era mi añorado René Hernández Cueto. Hombre afable, buen conversador y mano dura por lo que le llegaron a llamar ’El Fiscal de Hierro’ (mote que el primero en recibirlo fue el veracruzano Amador Toca Cangas, entonces M.P. Federal en Tijuana, B.C.). Su observación en el ’Caso Buendía’ es muy importante, aunque dudo vayan a abrir la averiguación.
En el documental hay una mezcla de situaciones y de comentarios, pero no precisan nada. Nadie hace afirmaciones categóricas en relación con el asesinato. Iván Restrepo fue certero al definir la personalidad de Manuel. El jurista y Notario Público Ignacio R. Morales Lechuga, como Procurador de Justicia del Distrito Federal ejecutó personalmente la orden de aprehensión contra Zorilla. El Fiscal Especial Miguel Ángel Domínguez tampoco se vio convencido de que los procesados junto con Zorrilla Martínez eran los responsables del suceso.
VERSIONES, VERSIONES Y MÁS VERSIONES
Al paso de los años, nos queda un recuerdo muy grato del trato profesional, amigable y familiar con quien fue el columnista político que nació el 24 de mayo de 1926, en Zitácuaro, Michoacán, es decir, fue uasesinado seis días después de cumplir 60 años. Ese día estrenaba el traje de su color preferido, azul, regalo de su cumpleaños que le dio su esposa Lolita Abalos. Tres hijos en el matrimonio: José Manuel, Josito le decimos de cariño: Gabriela, la hoy superinteligente doctora en Matemáticas, Gaby y Juan Carlos. Ninguno entró al gremio periodístico.
Con frecuencia me formulan la pregunta sobre qué opino del asesinato de Manuel Buendía y ahora se actualiza por la exhibición televisiva del documental Red Privada, como tituló Manuel su columna en agosto de 1959, siendo reportero del diario La Prensa. Esa noche al terminar de redactarla, volteó a su izquierda y nos llamó a Mario Alberto Santoscoy y a mí, diciéndonos: ’Muchachitos, ya terminé Red Privada. Ustedes van a ser mis reporteros –sonrió—y me van a traer temas’. Ni fuimos sus reporteros y nunca le dimos un tema.
Pues, ahora recibí la misma pregunta y de manera especial de la joven periodista Claudia Pérez Atamoros: ¿Cuál es su opinión, querido Profesor? La repuesta no es sencilla, pero entraña referir diversos aspectos. El más conocido, que fue un crimen de Estado. Se mencionaron al presidente Miguel de la Madrid Hurtado, al secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz y a Zorrilla Martínez y sus hombres de confianza, como Juan Rafael Moro y a uno apodado ’El Chocorrol’ de nombre José Luis Ochoa Alonso.
La primera versión involucró a Zorrilla Martínez, quien llegó minutos después del asesinato porque, dijo, su oficina estaba a cinco minutos de Insurgentes y Hamburgo, donde estaba el estacionamiento en que Buendía dejaba su coche. Manos diversas, oficiales y particulares, vaciaron el archivo del columnista. Desde ese momento cada quien ’definió’ el curso de la investigación, sin coordinación alguna. Sobraron los ’investigadores’.
Red Privada ’viajó’ de Basilio Badillo 40, 5º piso, por las redacciones de los Soles de la empresa de don Mario Vázquez Raña, del El Universal y se consolidó en Excélsior. También el gran amigo José Luis Becerra, director de la Agencia Mexicana de Información, la envío a más de medio centenar de diarios estatales y lo mismo ocurrió cuando estuvo en El Periódico de la Vida Nacional, el entonces influyente y reconocido internacionalmente Excélsior.
Los temas que abordaba el columnista, normalmente eran denunciadas documentadas, reporteadas, confirmadas y Manuel no recurría nadie para consultar su trabajo. El archivo completo hubiese servido para seguir pistas, pues en los antecedentes periodísticos que Manuel guardaba y los textos de las columnas, un auténtico investigador encuentra las vías de solución. En sus primeras semanas apareció una investigación acuciosa que hizo Buendía en torno al Movimiento Universitario de Renovadora Orientación, el MURO, un grupo de estudiantes ultraderechistas, anticomunistas, fascistas, violentos, de choque.
Otros días los dedicó a revelar una serie de triquiñuelas de los Leaño, propietarios de grandes extensiones de tierra y de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Se metió duro contra ’Los Tecos’. Ya estaban abiertos dos frentes en su contra. Buendía no mentía, no lanzaba ataques sin fundamentación, incomodando a los involucrados porque afectaba intereses. En el caso del MURO tenían vínculos internacionales. En otra etapa puso al descubierto a los agentes de la CIA en México, lo resonó fuerte en el vecino país del Norte.
Manuel Buendía contaba con miles de ojos y de oídos en todas partes, cuidando siempre no caer en las trampas que suelen poner quienes se sienten perjudicados y no pueden negar los cargos. Arriaba parejo con líderes sinvergüenzas, políticos corruptos, empresarios comprometidos. Diría mi abuelita, no dejaba títere con cabeza. ¿Cuántos enemigos gratuitos tenía? Tantos como el crecido número de seguidores. Por eso se le catalogó como el columnista más leído, de fuerza absoluta y de rectitud indiscutible.
Sabía ser conciliador y aceptaba dialogar con quienes no estaban de acuerdo con él. Cito un caso concreto, en el sexenio de Miguel de la Madrid se hicieron reformas a la legislación agraria. En sus investigaciones reporteriles Manuel criticó que el titular de La Secretaría de la Reforma Agraria firmara las resoluciones para ejidatarios, comuneros y pequeños propietarios, cuando era una facultad que ejercía el Presidente de la República, evitando la corrupción.. El enfrentamiento nunca se dio entre el funcionario (ingeniero Luis Martínez Villicaña) y el periodista. Los dos personajes se reunieron en una comida (concertada por este comentarista) que duró seis horas y los acérrimos enemigos terminaron como ’viejos’ amigos que se citaron para ir de cacería. Ambos michoacanos de nacimiento. No volvieron a encontrarse; la comida fue 8 o 10 antes del crimen.
Otra versión que no llegó a conocerse fue cuando la Procuradora de Justicia del D.F., Victoria Adato Green, enfocó la averiguación por un rumbo no tocado. ’Manuel tenía muchas amigas, muchas novias, quiero que me hables de ello’. Sorprendido de la petición, le contesté inmediatamente: ’Discúlpame Vicky, pero nunca supe de sus amigas o novias. Si lo supiera, tampoco te lo diría’. La primera procuradora de justicia en nuestra Capital y un servidor, fuimos compañeros desde la Escuela Nacional Preparatoria y después en la Generación 56 de Abogados, UNAM.
He aquí, que el asesinato del columnista también fue atribuido a sus denuncias contra los narcos y la relación que esos delincuentes tenían con los altos funcionarios federales y estatales.
Sé, estimada Claudia Pérez Atamoros, que no contesto tu pregunta sino externo un comentario general sintetizando que nunca se hizo una verdadera investigación policíaca, simple y sencillamente porque los autores intelectuales planearon todo un CRIMEN SIN ACLARAR, UN CRIMEN PERFECTO y es probable que fuera verdad que los sentenciados, no tuvieron culpa. José Antonio Zorrilla Martínez debe dejar escrita la verdad. Que no se lleve el secreto a la tumba, si creemos en la afirmación, grabada, de Coello Trejo.

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