Artículo
Norma L. Vázquez Alanís
Conferencia de la doctora María del Carmen Martínez
En 1524, el capitán Cristóbal de Olid fue seleccionado por Hernán Cortés para dirigirse a las Hibueras en una expedición que tenía dos objetivos: poblar ese territorio y averiguar si existía un estrecho en el Golfo de Honduras, porque en esa época se intuía que por ahí podría haber una salida de agua dulce, una boca extensa o incluso ese ansiado estrecho que en ese año estaba en el horizonte mental de muchos de quienes circunnavegaban el Caribe en aquel tiempo.
Sin embargo, el enviado de Cortés que llegó a las Hibueras en mayo de aquel año, se encontraría con su destino un año después, según expuso la doctora en Filosofía y Letras por Universidad de Valladolid, España, María del Carmen Martínez Martínez, en su participación en el ciclo de conferencias ‘A 500 años de la expedición a las Hibueras’, que como parte del 60 aniversario de su creación organizó el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim.
El tema de la especialista fue Cristóbal de Olid, este personaje seleccionado por el conquistador Hernán Cortés para llevar a cabo ese proyecto de gran importancia tanto para la corona de Castilla en la década de los años 20 del siglo XVI, como para el propio gobernador (nombrado en 1522) y capitán general de la Nueva España.
Para entender la expedición a las Hibueras que emprendió Cortés enviando a Cristóbal de Olid, apuntó la doctora Martínez, es importante partir de la concepción geográfica que tenían los hombres de esa década en ese primer boceto que se conserva del Golfo de México, donde aparecía bien trazado, aunque de una forma muy sencilla, el perfil del golfo desde Florida con toda su continuidad de la tierra y una península de Yucatán, hasta llegar a ese cabo o punta de las Hibueras, que aparecía topografiado en ese esbozo que se estima pudo haber sido realizado en 1519.
Cristóbal de Olid, protagonista de esos acontecimientos en el golfo de aquella provincia de Honduras, fue seleccionado por Cortés porque fue ganándose su confianza desde la isla de Cuba, donde se mostró como un fiel seguidor de quien iba encabezar esa tercera expedición que le llevaría al ámbito de lo que sería la Nueva España. Olid había recibido el encargo del gobernador de Cuba, Diego Velázquez (con quien volvió a coincidir en 1524 cuando se dirigía a las Hibueras), de ir a buscar el navío de Juan de Grijalva.
Olid se unió a la expedición de Cortés en Villa de la Trinidad y fue un personaje con cierta relevancia en Cuba. Prueba de ello es que fue de los pocos que iban a caballo y además se le encomendó la capitanía de uno de los navíos. Para esa expedición, Cortés eligió a los que consideró más competentes o con mejor ascendencia, explicó la erudita, quien es miembro corresponsal internacional en España, de la Academia Mexicana de la Historia.
La temprana desaparición de Olid en 1525 impidió que se tuviera una información de méritos y servicios en la cual se acreditara toda su trayectoria vital, por lo cual hay que acudir a los cronistas y en buena medida fue su compañero de campaña, Bernal Díaz del Castillo, quien se ocupó de ir desgranando a lo largo de su relato Historia verdadera de la conquista de la Nueva España la presencia de Cristóbal de Olid en numerosos acontecimientos como uno de los regidores del cabildo de la Villa Rica de la Vera Cruz, presente en Centla, Zempoala, Tlaxcala y Otumba; en Tenochtitlan tuvo acceso a las velas de Moctezuma y en la salida de esa ciudad protegió los cofres y a los prisioneros.
Sin embargo, se puede recuperar parte de su biografía en los textos de los cronistas Pedro Mártir de Anglería y Gonzalo Fernández de Oviedo, así como en las propias escrituras de Cortés en la tercera y cuarta Cartas de Relación y en el acertado perfil biográfico del francés Bernard Grunberg, doctor en Historia por la Universidad de Reims, en su Diccionario de los Conquistadores de México, comentó la ponente.
Dijo la doctora María del Carmen Martínez que la expedición de Olid a la Hibueras transitó entre la fidelidad a Cortés, el deseo de tener su propia empresa y el error de no ser consciente de que los capitanes valerosos que querían presentarse ante el monarca a veces no entendían de fidelidades, proceder que según Bernal lo llevó a la perdición con ese afán de emular a Hernán Cortés. Sus prisioneros Francisco de las Casas y Gil González Dávila se aliaron con los partidarios de Cortés para atacarlo, lograron herirlo y capturarlo, así que aquel capitán de valía, muy esforzado, que se ganó la confianza de Cortés, fue sometido a un proceso por parte de Francisco de las Casas, fue juzgado, sentenciado y decapitado en la Plaza Pública de Naco en enero de 1525.
Sería muy interesante conocer por qué ese proceso que le hizo Francisco de las Casas para saber qué cargos le formularon, porque seguramente se le acusó de desacato y rebelión contra el capitán y en ese documento estaría su propia respuesta a un juicio rápido, pero esa realidad aún no la he encontrado en mis investigaciones, apuntó la doctora María del Carmen Martínez.
La verdadera memoria es cierta para quien la evoca
La verdadera memoria es auténtica para el que la evoca, porque para él es cierta, pero hay que ver los acontecimientos de una forma mucho más compleja, precisó la conferenciante, en referencia a las informaciones de méritos y servicios o micro biografías a las que acudieron tanto los españoles como algunos naturales indígenas para obtener premios de la Corona. Era un resumen de su trayectoria de servicio al monarca. El caso que resulta familiar a todos es Bernal Díaz del Castillo, que hizo dos informaciones de méritos, pero al leer su texto resulta que en 1560 recordó cosas que no esgrimió en la década de 1540.
De Olid no se cuenta documentalmente con un corpus amplio y no porque no exista, sino tal vez porque está extraviado; por ello se pierde el hilo conductor, además por no haber testimonios fehacientes; tampoco existe bibliografía, lo cual en buena medida se debe a que su trayectoria está a la sombra de Cortés, cuyos escritos los publicó el historiador mexicano José Luis Martínez y en ellos aparecen referencias acerca de Olid, comentó la conferenciante. Recordó que en los años 50 el historiador hondureño Rafael Heliodoro Valle escribió su tesis sobre Cristóbal de Olid.
La doctora María del Carmen Martínez dijo que, como hombre amante de la grafía, Cortés registró todo lo que pudo y en sus notas es posible descubrir todas esas informaciones sobre Olid a través de García de Llerena, quien narra las dificultades que atravesó en Cuba por defender la lealtad de Cortés frente a un Olid ya crecido, que pretendía ser desleal pero mantuvo la fidelidad con dos caras porque la toma de posesión del territorio la hizo a nombre de Cortés, aunque tenía un acuerdo con Diego Velázquez para que fuera éste quien presentara la conquista ante el monarca.
Los acontecimientos en las Hibueras tuvieron una serie de consecuencias políticas, como la decisión de relevar de su cargo de gobernador a Hernán Cortés en 1525 y mandar un juez de residencia; el conquistador sabía que cada expedición era un riesgo, pero confiaba en sus capitanes porque ellos se convertían en su acción y su voz en donde él no llegaba.
Existe mucha correspondencia que se desconoce, aunque se tiene noticia de ella por referencias indirectas en las que Cortés daba puntuales indicaciones a todos sus hombres, que a su vez le enviaban relaciones precisas con informes de lo que había. Hoy, con un WhatsApp tenemos una comunicación sincrónica, pero entonces se hacía a través de cartas que fluían de una manera mucho más dinámica de lo que podría pensarse; la misiva era la voz en la distancia de la orden del capitán.
Pero la realidad de todos esos capitanes que confluían en el ámbito de Centroamérica era que cada uno buscaba su empresa y de la misma manera en que se juraba fidelidad a uno, se juraba al siguiente. Los desplazamientos de sur a norte producían una movilidad increíble de la información, que a veces era falsa, y la propia realidad de Cortés cuando se adentró en las Hibueras lo puso en una situación muy comprometida que le valió no volver a ser nunca gobernador del territorio.
No obstante, conservó ese ímpetu que proyectó en el ámbito centroamericano en busca de aquel paso entre los mares del norte y del sur, el cual posteriormente lo llevó a ser un gran empresario y armador naval, pero la empresa política ya no estaba a su alcance porque diferentes protagonistas y otro espacio estaban ahí, finalizó la ponente.