EN LAS NUBES

Algo para reír

Algo para reír
Cultura
Agosto 09, 2020 22:38 hrs.
Cultura ›
Carlos Ravelo Galindo › Club Primera Plana


Naturalmente hay muchos tipos de risa. Todos conocemos la risa irónica y burlona que pone al otro en ridículo. La risa sarcástica que hace daño o la vengativa que hiere y destruye.
La risa sana es diferente. Nace de la alegría interior. Relaja las tensiones y favorece la libertad. Es risa benevolente que acerca a las personas.
Vaya crea confianza y ayuda a vivir.
Que este prefacio sirva de prólogo para reír
Todas las mañanas, el director ejecutivo de un gran banco en Manhattan camina hacia la esquina donde siempre está ubicado un limpiabotas.
Se sienta en el sillón, examina el Wall Street Journal, y el limpiabotas da a sus zapatos un aspecto brillante, excelente.
Una mañana, el limpiabotas le pregunta: Qué le parece la situación en el mercado de valores.
El director a su vez con arrogancia:
Por qué le interesa tanto ese tema.
Tengo un millón de dólares en su banco –responde el limpiabotas–, y considero invertir parte del dinero en el mercado de capitales.
Cuál es su nombre –pregunta el director.
John Smith H.
El director llega al banco y le pregunta al gerente del departamento de clientes:
Tenemos un cliente llamado John Smith H.
Ciertamente, responde es un cliente muy estimado. Tiene un millón de dólares en su cuenta.
El director sale, se acerca al limpiabotas y le dice:
Señor Smith, le pido que este próximo lunes sea el invitado de honor en nuestra reunión de la junta y nos cuente la historia de su vida. Estoy seguro de que tendremos algo que aprender de usted.
En la reunión de la junta, lo presenta a los miembros de la junta:
Todos conocemos al señor Smith, que hace brillar nuestros zapatos en la esquina; pero también es nuestro estimado cliente con un millón de dólares en su cuenta.
Lo invité a contarnos la historia de su vida. Estoy seguro de que podemos aprender de él.
Así comenzó su historia:
Vine a este país hace cincuenta años como un joven inmigrante de Europa con un nombre impronunciable. Salí del barco sin un centavo. Lo primero que hice fue cambiar mi nombre a Smith.
Estaba hambriento y agotado. Empecé a deambular en
busca de trabajo, pero en vano.
De repente encontré una moneda en la acera. Compré una manzana. Tenía dos opciones: comer la manzana y calmar mi hambre o emprender un negocio.
Vendí la manzana por dos dólares y compré dos manzanas con el dinero. También las vendí y continué en el negocio.
Cuando comencé a acumular dólares, pude comprar un juego de brochas y betunes usados y comencé a limpiar zapatos.
No gasté un centavo en entretenimiento o ropa, sólo compré pan y algo de queso para sobrevivir.
Ahorré centavo a centavo y después de un tiempo compré un nuevo equipo de cepillos y ungüentos para zapatos en diferentes tonos y amplié mi clientela.
Viví como un monje y ahorré centavo a centavo.
Después de un tiempo pude comprar un sillón para que mis clientes pudieran sentarse cómodamente mientras les limpiaba los zapatos, y eso me trajo más clientes.
No gasté un centavo en los placeres de la vida. Hace unos años, cuando el anterior limpiabotas de la esquina decidió retirarse, ya había ahorrado suficiente dinero para comprarle el puesto de limpiabotas en este excelente lugar.
Finalmente, Hace tres meses, mi hermana, que era puta en Chicago, falleció y me dejó un millón de dólares.

Uno más:
Un hombre que camina por la calle ve a un borracho que llora frente a un letrero sin aparente razón, y le pregunta:
- ¿Acaso le lloras a un letrero? El borracho le contesta:
- Sí, es que me da mucha tristeza, cada vez estamos peor este país, ya no hay moral, mira nada más lo que dice el letrero:
’Se vende madre sin sentimiento’
No. Lo que dice es:
’Se vende madera, zinc, cemento’.

Y este de pilón, con moraleja:
Un maestro les pide a sus alumnos que pregunten en casa alguna historia familiar que tenga una moraleja para contarla a todos al siguiente día en clase.
Al día siguiente: Pepito cuenta su historia:
Mi papá me contó acerca de la tía Rosa, que era piloto en la guerra y su avión fue atacado.
Volaba sobre territorio enemigo y lo único que tenía era una botella de whisky, una ametralladora y un machete.
La tía Rosa se bebió todo whisky. Aterrizó justo en medio de soldados enemigos.
Mató a muchos con la ametralladora hasta que se quedó sin balas.
A otros con el machete hasta que la hoja del machete se rompió.
Y luego a los últimos con sus propias manos.
¡Santo cielo!, dijo el profesor horrorizado ante la historia de Pepito.
Qué te dijo tu papá sobre la moraleja de esta historia.
’Pepito mantente alejado de la tía Rosa cuando está peda’

Y aún hay sobre políticos. Con sabios refranes.
craveloygalindo@gmail.com

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